Iniciémonos con un elemento que representó un gran descubrimiento para la química. El alcohol. Sustancia que ha traído a la humanidad tantos pesares como bondades.
Su historia se sitúa muy atrás en el tiempo, y su origen en un ámbito muy distinto al que actualmente conocemos.
La historia comienza pues en la antigüedad, donde las mujeres se servían de un cosmético a base de un pigmento oscuro (a menudo un compuesto de antimonio), que se molía hasta conseguir un fino polvo.
Los árabes, con admirable sencillez, llamaban a este cosmético "el polvo finamente dividido". Pero como es de esperarse, lo hacían en árabe, con lo que el nombre resultante era al-kuhl.
Ya los asirios poseían la palabra de fonética similar guhlu, para nombrar la pintura para los ojos.
Sabemos que los árabes fueron los grandes alquimistas de la alta edad media, y cuando los europeos empezaron a dedicarse a la alquimia, adoptaron muchos términos de este pueblo. Los árabes habían empezado a utilizar ya en el medioevo la denominación al-kuhl para cualquier polvo finamente dividido, sin relación ya con su función cosmética. Y los europeos los imitaron. Pero pronunciaron y escribieron la palabra de diversas maneras, hasta degenerar en la forma "alcohol".
Ocurrió también el hecho que los alquimistas siempre se sintieron algo incómodos con los gases o vapores. No sabían qué hacer con ellos. Tenían la vaga impresión de que los vapores no eran materiales en el mismo sentido que los sólidos, y por lo tanto los llamaban "espíritus".
Les impresionaban de manera especial aquellas sustancias que desprendían espíritus incluso a temperaturas normales, sin siquiera calentarlas. Y de todas ellas, la más importante en la época medioeval era el vino que se extraía de la uva (En sánscrito se llama “rasa” a la uva; de allí el griego “raz”, y el latín “racemus”). Así que los alquimistas comenzaron a hablar de "los espíritus del vino" para referirse a los componentes volátiles de éste. Nosotros continuamos denominando a algunas bebidas alcohólicas como "espirituosas".
Ahora bien, cuando un líquido se evapora parece pulverizarse hasta desvanecerse, así que estos espíritus también fueron llamados "alcohol". Y los alquimistas hablaron entonces del "alcohol del vino".
El alcohol del vino tiene un grupo de dos átomos de carbono al que están unidos un total de cinco átomos de hidrógeno. Esta misma combinación se encontró en un compuesto aislado en 1540. Este compuesto se evaporaba con mayor facilidad todavía que el alcohol, y el líquido desaparecía con tanta rapidez que dio la impresión de estar terriblemente impaciente por elevarse hacia su hogar en los cielos. Aristóteles había llamado a la materia que compone los cielos "éter", el elemento de las estrellas que según la mitología griega era hijo de Nicte (la Noche) y de Erebos (la Oscuridad) y era la personificación de la materia divina, vital, fina y brillante en la que según los antiguos creían, y que pendía sobre la atmósfera que rodea la tierra. Así que en 1730 esta sustancia que se evaporaba tan fácilmente fue bautizada con el nombre de "spiritus aethereus", en castellano "espíritu etéreo", que acabó por acortarse a "éter".
El grupo de dos carbonos y cinco hidrógenos del éter fue llamado "grupo etílico", y como este grupo está presente en el alcohol del vino, éste dio en llamarse "alcohol etílico" ocurriendo esto alrededor de 1850.
Por otro lado, ya en 1661 el químico inglés Robert Boyle había descubierto que al calentar madera en ausencia de aire, obtenía ciertos vapores, algunos de los cuales se condensaban formando un líquido claro.
Detectó la presencia en este líquido de una sustancia muy parecida al alcohol corriente, pero no exactamente igual. Este nuevo alcohol fue denominado "alcohol de madera". La forma griega de llamarlo entonces, fue methy, vino, y yli, madera. O sea vino de madera. Uniendo estas palabras griegas se obtuvo methyl. El primero en usar estos términos fue el químico suizo Jons Jakob Berzelius, alrededor de 1835, siendo desde entonces el alcohol de madera, para los químicos, el alcohol metílico.
Las técnicas de destilación fueron perfeccionándose con los estudios luego de ser descubiertas en un pasado lejano.
La primer referencia de una forma destilada del alcohol se encuentra en los escritos del siglo IV d.C. del alquimista chino Ko Hung. Al hablar de las recetas para la preparación del cinabrio, Ko Hung comentaba: "Son como vino que ha sido fermentado una sola vez, no puede compararse con el vino puro y claro fermentado nueve veces". Esta declaración parece implicar el conocimiento de métodos para la preparación de licores.
El descubrimiento del alcohol destilado en occidente se acredita alternativamente a Ramnón Llull, del que se conocen pocos datos concluyentes, o a su par y colega en las tareas alquímicas, Arnaldo de Vilanova.
En medio oriente el mérito fue para el médico árabe Fahzes en el siglo X y se creyó que el licor producido era una magna medicina. Por eso se lo llamó "agua vital". Asimismo la palabra whisky proviene del gaélico "usige breath" que significa aliento de vida.
La búsqueda por parte de Llull del verdadero elixir le llevó a la preparación del aqua vini, el primer brandy. Llull quedó tan asombrado por las maravillas de su aqua vini que pensó que su descubrimiento anunciaría el fin del mundo.
Fiel a sus raíces alquímicas, Llull consiguió su panacea universal fermentando vino en una caldera doble de estiércol de caballo durante veinte días antes de destilarlo con un tosco condensador refrigerador de agua. Llull no ocultó su descubrimiento; por el contrario invitó a otros a que se hicieran el elixir y elogió el producto conseguido por Vilanova como comparable al suyo.
Sobre el alcohol escribió: "Su sabor supera el resto de los sabores, y su aroma el resto de los aromas". Dijo de él que "es de maravilloso uso y comodidad un poco antes de entrar en combate para dar valor a las tropas".
Desde hace milenios en todas partes, el hombre hizo fermentar todo lo que contiene azúcar: frutas, cereales, caña, papa y cactus. Sus productos fueron variados: vinos, licores, hidromiel, cervezas africanas y europeas, destilados, chicha, ajenjo, vermouth, pulque, sake. Todas las épocas, todas las razas, todos los países, todas las frutas, todos los colores. Y un solo denominador común: el alcohol que como lo citara un poeta, fue siempre excitante, euforizante, tranquilizador y embriagante. El alcohol en el que se busca el olvido de la angustia, para después recobrarla.
Prof. Dr. Eduardo Scarlato.
(Publicado en el Boletín de la Asociación Toxicológica Argentina. (Adherida a la IUTOX). Año 18, Nº 64. Junio 2004. p 28 – 30.)
Bibliografía.
Read John. Por la alquimia a la química. 1960. Aguilar ed. España p.5 - 10
Asimov Isaac. El secreto del universo. Salvat Ed. 1993. 64 - 69.
Mc. Kenna Terence. El manjar de los dioses. Paidós editorial. 1993. P.173
Draper Miralles. Yo me drogo, tu te drogas, el se droga. Plaza & Janes ed. Barcelona. 1986. p. 173
Asimov Isaac. Nueva guía de la ciencia. Plaza & Janes ed. España 1997. P. 666.
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